miércoles, 12 de marzo de 2008

¿Receta perfecta para amar?

Señoras y señores... Hace poco escuché una analogía de que las personas son como ollas en donde cocinamos nuestras recetas favoritas, en unas la receta de la amistad, en otras la de la familiaridad, la de la admiración y por supuesto, la del amor. Ahora bien, aunque siempre hagamos las recetas con los mejores ingradientes, las ollas en donde las cocinemos afecta el sabor de nuestra obra culinaria.
Mi querido Dios, no es porque el universo te haya quierido enseñar humildad haciendote completamente desafortunado en el amor. Sos buen cocinero, lo que pasa, es que las ollas que te conseguías... APESTABAN... No porque yo sea la nueva olla en donde juntos estamos probando esa receta de ingredientes infinitos y sabor exótico, Pero no se puede cocinar igual en una olla de acero inoxidable que en un cacharro de aluminio...
No sé si me estoy explicando bien, pero creo que odio a todas y cada una de las ollas anteriores por haber herido un alma tan hermosa con sus caprichos idiotas y sus dudas de niñas prepúberes. Y aunque he intentado que no se note, en parte por orgullo, en parte por tolerancia, las ODIO. Me dan celos de compartir una página de la historia de la vida de mi cocinero favorito, con un montón de niñas, no porque crea que ellas pueden hacer o cambiar algo de lo que tenemos, si no porque mi soberbia no soporta del todo el hecho del saber que en parte lo que tengo es por ellas... Este es un posteo rabioso, me da rabia la estupidez humana, de da rabia el dolor de los que amo, aunque sea pasado, me da rabia mi impotencia y me da rabia no ser dueña de su historia completamente.
Soy necia, caprichosa, niña, devora-hombres, arrogante, pero soy una buena olla y las cosas buenas pocas veces soportan ser puestas al mismo nivel o llamadas con los mismos atributos que las cosas mediocres.

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